viernes, 28 de mayo de 2010

Oración con el corazón profundo (2)

Elva Sánchez de Cáceda

El corazón profundo es ese órgano espiritual en el que transcurren las cosas más secretas entre nosotros y Dios (1).
Para orar con el corazón profundo es necesario darle tiempo al Señor, entregarle nuestras miserias, arrepentirnos, y suplicar su perdón, por algo se dice ¡quién abandona el pecado, encuentra a Dios!
Los que hemos vivido el Cursillo de Cristiandad, hemos experimentado que conforme se desarrollaban los Rollos y Meditaciones, nuestro corazón empezaba a añorar a Dios, es decir, en ti, en mí, se inició el proceso de conversión, se produjo el encuentro de la Gracia de Dios y tu libertad, mi libertad. En este bello momento se produce el Encuentro con Cristo, pues descubro que Cristo entregó su vida porque me ama, que resucitó y está vivo, y como hija pródiga reconozco al Señor como mi Salvador y libremente le entrego mi vida.
El Padre Cantalamessa, (2) nos refiere en su libro La subida del Monte Sinaí, que cómo ocurre el “contacto espiritual” o el “encuentro” con el Dios vivo es siempre un misterio, una cosa nueva e impredecible. Pero dos cosas preceden y acompañan siempre ése momento, como dos criadas que se intercambian en silencio el mensaje de sus respectivos patrones: gracia y libertad. “Dios –ha escrito Ruusbroec- es como un mar que se eleva y desciende. Extiende ininterrumpidamente su fluir hacia todos aquellos que lo aman y, en su reflujo, atrae hacia sí a todos aquellos que han sido colmados”
Precisamente IFMCC (3), nos relata este proceso, en el numeral 168, inciso e: Cuando el hombre se siente aceptado en su circunstancia, es cuando el hombre se puede abrir a Cristo… En la Gracia se realiza toda conversión, todo encuentro con Dios… En el Cursillo… se señala el camino por el cual Cristo puede llegar a ser centro, dueño y salvador de todo hombre, que permita que Dios tome posesión de él (Ap 3,20).
En el Cursillo, gracias a la inmensa bondad de Dios, “renacemos espiritualmente”, descubrimos lo que a Nicodemo, se le hacía tan difícil entender (Jn 3,4-9).
En el Cursillo el Señor nos ha seducido con su Amor, y cual tierra fértil, la respuesta nuestra es permanecer en su Amor, seguirle y obedecerle. Y así nosotros, acudimos felices, ilusionados a encontrarnos con Él y los hermanos en la Reunión de Grupo, Ultreya y Escuela, pues sabemos que “Donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mt,18,20).
Y continuará nuestra conversión si progresamos en el Amor del Señor, si oramos, conversamos con Él, le contamos nuestros planes, alegrías y tristezas. Sí nos fortalecemos con el Pan de la Palabra, la Reconciliación, la Eucaristía, alimentos indispensables para la vida del discípulo y misionero de Cristo (4). Si nos comprometemos a trabajar en la extensión de su Reino, llevando su Palabra, para que otros hermanos lo conozcan, en las tareas que nos encomiendan en el MCC, ya sea en el equipo del GOS, de Auxiliares, Ultreya y Escuela, Si asistimos a Cursillo de Cursillos, o a un Encuentro Regional, Asamblea Nacional, o Encuentro Internacional del MCC.
Fr. Salmani (5) nos relata en el libro ¿A quién enviaré?, que la oración no es simplemente una oración personal. No es sólo para mí. Cita a David Knight, quien habla de la “oración del encuentro”, la que él describe como “reflexionar en la Palabra de Dios hasta que lleguemos a decisiones que cambien nuestras vidas… La oración que no afecta nuestra vida, simplemente no es oración, no importa cuan bien se sienta”. Continua diciendo es por ello que la Piedad y el Estudio no pueden estar separados de la Acción. Sin nuestro testimonio apostólico la oración se reduce a un mero ejercicio egoísta. Es como hacer dieta durante la cuaresma, no porque deseamos ayunar, sino porque queremos perder peso. Para Jesús, la oración nunca fue para Él solamente. Siempre fue dirigida a realizar la obra y la voluntad del Padre.
El Señor, lleno de amor, nos conducirá a testimoniarlo en nuestro hogar, trabajo, círculos que frecuentamos, Movimiento. A testimoniarlo, con los que nos quieren- que de hecho es más fácil- y también con los que no –esa es la prueba de fuego; pues a esta altura, ya sabemos que en cada hermano está Cristo. Llenos de confianza, hagamos vida lo que en la Clausura del Cursillo, el sacerdote nos dijo “Cristo cuenta comigo” y le respondimos “Y yo con su Gracia.”
Agradeceremos al Señor el designarnos a trabajar en sus cosas, primero, por el signo de confianza que nos muestra y segundo, por la ayuda que Él nos proporcionará para realizar las tareas encomendadas.
Debe llenarnos de confianza para aceptar los compromisos, el recordar, que Cristo escogió a sus Apóstoles –pecadores como nosotros- no porque eran los hombres más sabios de la época, pero sí, porque tenían un corazón humilde, amoroso y dócil.
Luego el Señor nos conducirá por los caminos de la obediencia, es decir, a aceptar Su voluntad. Así le agradeceremos todas las situaciones agradables o no, que Él permite sucedan en nuestra vida. En este bello momento, en que nos abandonamos a Su voluntad, es cuando la relación de amor o la oración profunda con el Señor, se hace intensa. Y llenos de asombro y gratitud, le agradeceremos que nos haya mirado, que nos haya rescatado, y que día a día nos manifiesta ¡cuánto nos ama! …
Oremos para obtener el corazón puro que “ve” a Dios, con las palabras del Miserere:
“Retira tu faz de mis pecados,
borra todas mis culpas.
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro…
Enseñaré a los rebeldes tus caminos,
Y los pecadores volverán a Ti…
Abre, Señor, mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza” (Sal 51, 11 y ss).
Y así, poco a poco, Cristo que vive en nuestro corazón profundo, lo irá cambiando, hasta que llegue el día que seamos personas amantes de Dios y nuestro actuar este encaminado al bien común. Y algún día diremos como nuestro Patrono Pablo: “Y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20). Así sea.

¡DE COLORES!

REFERENCIAS
1. Padre Jacques. No le digo nada, solo lo amo. Ed. Bellarmin, San Pablo, 2004.

2. Raniero Cantalamessa. La subida del MONTE SINAÍ. Lumen, Argentina, 1995, p. 76

3. Ideas Fundamentales del MCC. Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad. 2a Redacción, 1990. 2a Edición Venezolana de la Edición Típica. Ed. Trípode, 1992, p.66.

4. Aparecida. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, 1» Ed, Lima, Paulinas. Discurso Inaugural de su Santidad Benedicto XVI. 2007, 4, p.14

5. Fr. Frank S. Salmani. ¿A quién enviaré? Discerniendo la voluntad de Dios. Publicaciones Nacionales Ultreya, Dallas, Centro Nacional de Cursillos, USA, 2001, p. 10.

6. Citas Bíblicas En La Biblia Latinoamericana. 49¬ª Ed. San Pablo, Editorial Verbo Divino, Navarra, España, 1995.





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