sábado, 29 de mayo de 2010

La oración del dirigente en el MCC (2)


Elva Sánchez de Cáceda
El Señor en su infinita bondad nos invitó a vivir un Cursillo para decirnos ¡cuánto nos ama!, en el Rollo Piedad (1) nos dijo que la santidad es asequible a todos luego nos invitó a permanecer con Él y trabajar por Él, para Él y con Él en el Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
IFMCC (1) en el numeral 408 nos dice que el dirigente es todo creyente que intenta una coherencia entre su fe y su vida, poniendo a contribución sus talentos, sus carismas y sus circunstancias. Todo cursillista es un dirigente en potencia, un cristiano responsable, consecuente, comprometido.
Desde luego que no estamos solos, el numeral 410 de IFMCC dice…Pablo VI enumera entre los valores del evangelizador, el sentirse humildemente bajo el aliento del Espíritu, el ser testigos auténticos, el ir a la búsqueda de la verdad y la unidad, y el caminar animados por el amor, con el fervor de los santos.
Madre Teresa de Calcuta dice. “Hoy la Iglesia necesita santos … Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de ser santo y el camino a la santidad es la oración. La santidad es para cada uno de nosotros un sencillo deber” (2).
Eduardo Bonnín (3), manifiesta: “Conectado con la fuerza divina que obra en los sacramentos, el cursillista va descubriendo que si él va aportando su ilusión, su entrega y su espíritu de caridad, viviendo en gracia, va comprobando que, salvando todos los avatares y aventuras del vivir, lo más importante es la vida, el hecho de vivir, lo que le impulsa a vivir agradecido…”
La misión que Cristo nos ha encomendado es un trabajo de gracia, y con Su gracia lograremos éxitos para Dios más allá de lo que podamos soñar. Razón por la cual es necesario para el cursillista la preparación tanto próxima como remota. La remota, no sólo para ir conociendo y asimilando el contenido y el objetivo de los Rollos, sino también para profundizar la adecuación de su vida a las exigencias de la Palabra. Sólo así, quienes deben cargar con las distintas proclamaciones, sabrán qué decir, como decirlo y con qué facilidad decirlo. (1).
Por su parte, el Secretariado Arquidiocesano de Piura (4), en la exposición del tema “Necesidad de intensificar la oración en el cursillista”, dado en la XVIII Asamblea Nacional del MCC, resalta la importancia de la oración para el crecimiento de nuestro Movimiento. Manifiesta que es necesario intensificar nuestra oración personal y comunitaria, a ejemplo de las primeras comunidades. Para que en todo momento vivamos unidos en el auténtico Amor y seguir evangelizando con ese nuevo ardor. Haciendo nuestras las palabras de Benedicto XVI en su discurso inaugural de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano del Caribe :“Llevar en nuestro mensaje el rostro de Jesucristo vivo a un mundo fracasado donde la globalización, lejos de integrar para crecer, busca envolver para explotar”
Fray Salmani (5) dice: “La Iglesia y sus movimientos operan como un cuerpo. Cada miembro o célula tiene una función en el cuerpo. Cada función es diferente y cada parte no funciona de cualquier manera…Cada persona tiene su propia función. ¿Cómo se mantiene esta estructura unida? Se mantiene unida por el poder unificador de Jesús. Estando atentos a la Cabeza, cada miembro del Cuerpo desempeña su propia función; y ¿cuáles son las reglas de orden dentro del Cuerpo de Cristo? Muy sencillamente para que el Cuerpo de Cristo funcione aproximadamente, sus líderes se tienen que concernir con el servicio, autoentrega y sacrificio, no con la posición social y el reconocimiento”.
Continua diciéndonos que San Pablo nunca dice que la Iglesia es una organización. Cuando la Iglesia funciona como una organización, encontraremos grupos excluyentes, corrillos, lealtad a cierto pastor, sacerdote o individuo. Nuestra única lealtad debe ser con Jesucristo. Es por eso por lo que San Pablo se enfada con la Iglesia de Corinto cuando los encuentra divididos, un grupo siguiendo a Pedro, otro grupo siguiendo a Apolo y otro grupo siguiendo a Pablo. Este tipo de división ocurre cuando ya no funcionamos como un solo cuerpo. Cuando la Iglesia marcha como una organización, inevitablemente se enferma. Como dirigentes del Cursillo, nuestra preocupación no puede ser dónde está mi rango o cuántos títulos tengo. La pregunta que debe hacerse es, “¿Estoy desempeñando mi función dentro del Cuerpo de Cristo correctamente?” Si la contestación es “sí”, entonces no tendremos el conflicto y la división que existe en muchos grupos. Los celos serán eliminados, y nos regocijaremos del bien que cada miembro del cuerpo puede hacer.
En esta línea, el Documento de Aparecida (6), numeral 240 relata: “Una auténtica propuesta de encuentro con Jesucristo debe establecerse sobre el sólido fundamento de la Trinidad-Amor. La experiencia de un Dios uno y trino, que es comunidad y comunión inseparable, nos permite superar el egoísmo para encontrarnos plenamente en el servicio al otro”.
Escribe Fray Salmani, “frecuentemente, somos nuestros propios enemigos. Satanás no sólo tratará de destruir la Iglesia solamente por fuera. Él es el maestro de conflictos y divisiones, y las organizaciones son terreno fértil para tal discordia… La misión de Cristo tiene que ver con espíritu de fe, que nos empuja a llevar la Buena Nueva a todos. La misión de Jesús está basada en una declaración sencilla pero profunda: “¡Reformen su vida! ¡El Reino del Cielo está cerca! Nuestra función es vivir ese mensaje cada día de nuestra vida… En la medida que cada discípulo siga el llamado de Dios –en esa misma medida el Cuerpo de Cristo será fuerte, sano y vibrante- un Evangelio viviente para que todo el mundo lo vea y lo escuche”.
Confiemos en Jesucristo, que nos invitó a vivir un Cursillo, Él sólo espera que deseemos orar, para enviarnos Su Espíritu que nos ayudará a progresar en nuestra conversión, y llenos de Su Amor nos comprometernos con Cristo y los hermanos. El Espíritu Santo nos conducirá a llevar al mundo el testimonio de Jesucristo y a ser fermento del amor en la sociedad.

¡DE COLORES!

REFERENCIAS
1. Ideas Fundamentales del MCC. Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad. 2a Redacción, 1990. 2a Edición Venezolana de la Edición Típica. Ed. Trípode, 1992, p.127, 132-133, 105.

2. Raniero Cantalamessa. Un Profeta de nuestro tiempo. Renovación Carismática Católica. Lima 2005, p. 105.

3. Eduardo Bonnín. Mi testamento espiritual. Palma de Mallorca, Fundación Eduardo Bonnín Aguiló, 2008, p. 40.

4. Secretariado Arquidiocesano de Piura. Necesidad de intensificar la Oración en el Cursillista. XVIII Asamblea Nacional del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, Arequipa, 2009, p. 1.

5. Fr. Frank S. Salmani. ¿A quién enviaré? Discerniendo la voluntad de Dios. Publicaciones Nacionales Ultreya, Dallas, Centro Nacional de Cursillos, USA, 2001, p. 85-87.

6. Aparecida. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, 1» Ed, Lima, Paulinas. Discurso Inaugural de su Santidad Benedicto XVI. 2007, 4, p.127.


La oración del dirigente en el MCC (1)


Elva Sánchez de Cáceda
Una vez que hemos iniciado nuestra conversión en el Cursillo, somos dirigentes. El MCC nos acoge y nos da la oportunidad de formarnos, llega el día que el Señor nos llama a realizar un trabajo especial en el Movimiento, es decir, nos invita a ser sus queridos instrumentos.
IFMCC (1) en el numeral 252, nos orienta a los dirigentes del MCC: El dirigente del Cursillo, instrumento en manos del Espíritu Santo, es el agente principal de la evangelización… “No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo”. Pensaremos, ¡Qué alivio Señor! Porque quiero amarte más, trabajar para Ti, pero tengo miedo no hacerlo bien, gracias porque no estoy solo, el Espíritu me conducirá.
Y así, IFMCC en el numeral 253 nos dice: El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Él es quien: a) “actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él”; b) “pone en sus labios lo que por sí solo no podrá hallar”; c) “explica a los fieles el sentido profundo de las enseñanzas de Jesús y su misterio”; y d) “predispone al alma del que escucha para hacerla abierta y acogedora de la Buena Nueva”.
El Padre Pedro Gasparotto (2) relata que todo dirigente debe estar profundamente convencido de dos leyes fundamentales de la vida en gracia: a) Sin mí no podéis hacer nada (Jn 15,5) y b) Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mt 28,20). Como dirigentes, vemos la importancia de vivir en gracia de Dios, así mismo nos infunde gran confianza saber que Jesús nos acompañará en el caminar de nuestro Cuarto Día.
IFMCC nos continúa orientando, así en el numeral 252, dice: La principal actitud del evangelizador es caer interiormente de rodillas, profundizar en un sentido de humildad y, sabiéndose mero instrumento bajo la acción discreta del Espíritu, “invocar constantemente, con fe y fervor, al Espíritu Santo, y dejarse guiar prudentemente por Él, como inspirador decisivo de sus programas, de sus iniciativas, de su actividad evangelizadora”.
Les compartiré que en los Congresos de Oftalmología, algunos colegas pasaban diapositivas en las que se veía alguna dama, algo escasa de blusa, me incomodaba, pero a esta cabecita no se le ocurría como contrarrestar esto. Pero basta que uno desee hacer algo para mejorar sus ambientes, para que el Espíritu Santo nos salga al encuentro. Así, en un Congreso de Estrabismo, escuché a una colega mexicana, iniciar su conferencia, ante un auditorio de aproximadamente 400 personas, con la lectura de un versículo de la Biblia, seguida de una reflexión, que duró 3 minutos.
Se impuso un silencio majestuoso en la sala. Dije esto es la presencia del Espíritu Santo.¡Qué buena lección: Alabar a Dios en los ambientes de trabajo!

Le pedí a Jesús que me enseñe a alabarlo en mis ambientes. Dos meses después, llegó la oportunidad, me invitaron a participar en un Congreso en Lima. Ya se acercaba la fecha y yo no sabía qué iba a decir, le suplicaba Señor ¿qué voy a decirte? ¡Sóplame!

La víspera de viajar, encontré una oración de San Agustín, la leí, pensé esto estaría bien, pero ¿quién me hace una diapositiva a estas alturas? La descarté, me dije: ¡Ya el Señor me ayudará!

El día de la presentación alrededor de las 11 a. m. coloqué las diapositivas de la ponencia, todo estaba listo, según yo, y a pesar de que había tenido tan presente la intención de alabar a Dios, sencillamente me olvidé de lo ofrecido.

Me faltaba cerca de media hora para exponer, cuando de una manera repentina, dentro de mi cabeza me vi exponiendo el tema y diciendo al auditorio que San Agustín, fue profesor de retórica, quien con gran humildad le pedía a Dios:

"Señor enséñame lo que tengo que enseñar,
Enséñame lo que tengo que aprender,
Enséñame el conocimiento de tu voluntad
Y la sabiduría para ponerla en practica”

Y nosotros hoy, emulando a San Agustín le pediremos al Señor aprender lo siguiente: ...

Me quedé asombrada, el Espíritu Santo acababa de "soplarme" un modo de alabarlo. Percibí claramente que el Espíritu había intervenido en mi pobre vida, me había "soplado" lo que yo debía decir en la presentación. Llena de gratitud le agradecí al Señor. Y por supuesto que repetí en la charla lo que el Señor me había soplado.

En los pasillos los doctores querían que les repita lo que dijo San Agustín, en esta experiencia el Señor me enseñó a ser sal de la tierra y a percatarme de la sed de Dios, que tienen mis hermanos médicos.

Desde esa fecha, el Señor permite que lo alabe en mi ambiente profesional, y haga recordar el gran amor que Cristo -el Médico Celestial- tiene con los necesitados, enfermos, desesperados, y que Él, es el modelo que debemos seguir.

Fray Salmani (3) nos dice que en Jesús encontramos, el modelo perfecto de oración. Antes de cada decisión importante Jesús pasa tiempo a solas con el Padre. Antes de iniciar su ministerio público, sabemos que el Espíritu conduce a Jesús al desierto y allí pasa cuarenta días. Antes de escoger a los Doce, Jesús ora. Antes de emprender el camino al Calvario, Jesús ora. En Lc 6,12, la oración de Jesús al Padre se describe como un estar “en comunión” con Dios. La oración no es para nuestra satisfacción personal, es una fuente poderosa de acción.
Continua diciéndonos Fray Salmani, que la oración debe nutrir a otros a través del testimonio apostólico de nuestra vida y nuestros esfuerzos evangelizadores. En el Huerto de Getsemaní, Jesús ora y pide la fuerza necesaria para poder llevar a cabo su sacrificio supremo en la cruz. David ora para poder llevar a cabo sus tareas como un buen siervo de Dios. Pablo ora para que el poder de Dios lo ayude a él y a nosotros a hacer lo que es justo y a vivir rectamente.
En “El alma de todo apostolado”, Dom Chautard (4) refiere que el apostolado es un gran acto de amor hecho por Dios y por el prójimo y que si cooperamos con el Señor seremos represas que desbordan el Amor de Dios. Recibimos el desbordamiento de su plenitud, sin que nunca lleguemos a agotarlo. San Juan nos dice en Jn1,16, “Pues de su plenitud hemos recibido toda gracia, gracia por gracia”. En vano pretenderemos dar a los demás si dejamos de recibir esta plenitud. Por el contrario, si la luz del Señor inunda nuestra inteligencia, si su amor abraza nuestro corazón, podremos iluminar y calentar a los demás. Podremos decir con San Juan: “Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos, para que ustedes también estén en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo…” (1Jn 1,3-4). Todo apostolado debe ser una comunión con Dios y un anuncio de alegría.
Dios se hace oír, de una manera que pasa por nuestro corazón profundo. “Me buscarán y me hallarán, porque me habrán buscado de todo corazón. Y yo me dejaré encontrar por ustedes” (Jr 29, 13-14). Santa Teresa de Ávila dice: ¿Creen que Él se calla puesto que no lo escuchamos? Ciertamente, no. Él habla al corazón cuando es el corazón el que ora (5).
El itinerario de nuestra conversión progresiva nos lo trazó Jesús “Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y que me siga”. Pues bien, para negarnos a nosotros, tenemos que luchar con nuestro orgullo, soberbia, y clamar al Señor que nos haga morir a nuestros pecados y tendencias y nos regale un corazón humilde. Nos ayuda a aprender a cargar nuestra cruz, al tener la vivencia que Jesús se sacrificó por nosotros, se complicó la vida, porque nos ama, como sólo un Dios sabe Amar. El Maestro nos enseñará los caminos de la fortaleza y la alegría para afrontarlos, y nosotros como sus alumnos predilectos descubriremos que nuestras cruces son más livianas y aprenderemos a abandonarnos a la voluntad de Dios y experimentaremos que Dios saca bien del mal. Y así más livianos, desprendidos de tantos apegos, caminaremos gozosamente, codo a codo con Él.
Con los dones del Espíritu Santo el alma se abandona a Él para que tome la iniciativa y la guíe a una suma perfección: se entra en un nivel superior , que se llama vida mística. Para eso se necesita mucha pureza espiritual: el abandono completo incluso de los pecados veniales; y una gran docilidad a lo que el Espíritu pida o disponga, aceptando generosamente sufrir y llevar la Cruz por él y con Él.
La invocación cotidiana de la Virgen María, modelo perfecto de todos los seglares activos alrededor de Jesús, le asegura al dirigente su afán para orar, su materna intercesión y bendición en todos sus esfuerzos apostólicos (2).
Recordemos que nos fortaleceremos en la vida espiritual con la oración, los sacramentos, que nos llevarán a la unión con Dios, y así decir algún día como nuestro Patrono Pablo: “Yo ya no vivo es Cristo, quien vive en mí” (Gal 2, 20).
Con Jesús, llenos de alegría e ilusión nos formaremos en la Reunión de Grupo, Ultreya, y Escuela. Los miembros de los Secretariados estudiaremos y realizaremos los compromisos adquiridos con la confianza que quien nos ha llamado es Dios, como llamó a Abraham, a Moisés, a Jeremías y, a nuestros hermanos iniciadores del MCC. Por otro lado, debemos dar lo recibido, Aparecida (6) menciona que es necesario que la comunidad diocesana, acoja la riqueza espiritual y apostólica de los movimientos, jugando un papel importante los movimientos que cuentan con el reconocimiento y discernimiento de la Santa Sede –como es el caso del MCC- considerados como dones y bienes para la Iglesia universal.
Fray Salmani refiere que siempre ha sido la preocupación del Movimiento de Cursillo tener buenos dirigentes para llevar a cabo el trabajo de Cristo. Y presenta esta hermosa oración del Dirigente:
Haz, Señor, que comprendamos la necesidad de que nuestra obra tenga más profundidad que superficie. Convéncenos de que los programas vistosos no constituyan el éxito.
Dios mío, multiplica las almas abnegadas que saben sacrificarlo todo a Tu Causa: su tiempo, sus facultades, su salud, y aún su vida, si ello es preciso; infúndeles audacia en las iniciativas, acierto en la elección de los medios y aquella tenacidad que, a despecho de los fracasos, asegura el triunfo.
Aleja de ellas las rivalidades mezquinas, las susceptibilidades, las vanidades, y las asperezas, todo cuanto distrae de la idea de Dios, todo cuanto divide y desalienta.
Conserva bien elevado el sentido de lo sobrenatural y muy efusiva la caridad mutua. Que cada cual busque con preferencia las tareas más ingratas y se alegre del bien realizado por los demás.
Que en todas esas almas, unidas para un fin común, haya una sola alma: ¡la Tuya, Jesús! Y que esta alma permita reconocer en todos los rostros Tu bondad atrayente, en todas las palabras Tu acento conmovedor, y en el conjunto de su obra algo que sea superior al mundo, algo que proclame Tu acción…. Amén.

¡DE COLORES!

REFERENCIAS
1. Ideas Fundamentales del MCC. Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad. 2a Redacción, 1990. 2a Edición Venezolana de la Edición Típica. Ed. Trípode, 1992, p.96.

2. P. Pedro Gasparotto. Les dije amigos. Meditaciones sobre lo fundamental cristiano. Tipografías Editoriales, México D. F. 1988, p. 132.
3. Fr. Frank S. Salmani. ¿A quién enviaré? Discerniendo la voluntad de Dios. Publicaciones Nacionales Ultreya, Dallas, Centro Nacional de Cursillos, USA, 2001, p. 10.

4. Dom Chautard. El alma de todo apostolado. Santiago de Chile, Foyer, 1981.p. 48, 78.
5. Padre Jacques. No le digo nada, solo lo amo. Ed. Bellarmin, San Pablo, 2004, p.58.

6. Aparecida. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, 1» Ed, Lima, Paulinas, 2007, p.158.


viernes, 28 de mayo de 2010

Oración con el corazón profundo (2)

Elva Sánchez de Cáceda

El corazón profundo es ese órgano espiritual en el que transcurren las cosas más secretas entre nosotros y Dios (1).
Para orar con el corazón profundo es necesario darle tiempo al Señor, entregarle nuestras miserias, arrepentirnos, y suplicar su perdón, por algo se dice ¡quién abandona el pecado, encuentra a Dios!
Los que hemos vivido el Cursillo de Cristiandad, hemos experimentado que conforme se desarrollaban los Rollos y Meditaciones, nuestro corazón empezaba a añorar a Dios, es decir, en ti, en mí, se inició el proceso de conversión, se produjo el encuentro de la Gracia de Dios y tu libertad, mi libertad. En este bello momento se produce el Encuentro con Cristo, pues descubro que Cristo entregó su vida porque me ama, que resucitó y está vivo, y como hija pródiga reconozco al Señor como mi Salvador y libremente le entrego mi vida.
El Padre Cantalamessa, (2) nos refiere en su libro La subida del Monte Sinaí, que cómo ocurre el “contacto espiritual” o el “encuentro” con el Dios vivo es siempre un misterio, una cosa nueva e impredecible. Pero dos cosas preceden y acompañan siempre ése momento, como dos criadas que se intercambian en silencio el mensaje de sus respectivos patrones: gracia y libertad. “Dios –ha escrito Ruusbroec- es como un mar que se eleva y desciende. Extiende ininterrumpidamente su fluir hacia todos aquellos que lo aman y, en su reflujo, atrae hacia sí a todos aquellos que han sido colmados”
Precisamente IFMCC (3), nos relata este proceso, en el numeral 168, inciso e: Cuando el hombre se siente aceptado en su circunstancia, es cuando el hombre se puede abrir a Cristo… En la Gracia se realiza toda conversión, todo encuentro con Dios… En el Cursillo… se señala el camino por el cual Cristo puede llegar a ser centro, dueño y salvador de todo hombre, que permita que Dios tome posesión de él (Ap 3,20).
En el Cursillo, gracias a la inmensa bondad de Dios, “renacemos espiritualmente”, descubrimos lo que a Nicodemo, se le hacía tan difícil entender (Jn 3,4-9).
En el Cursillo el Señor nos ha seducido con su Amor, y cual tierra fértil, la respuesta nuestra es permanecer en su Amor, seguirle y obedecerle. Y así nosotros, acudimos felices, ilusionados a encontrarnos con Él y los hermanos en la Reunión de Grupo, Ultreya y Escuela, pues sabemos que “Donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mt,18,20).
Y continuará nuestra conversión si progresamos en el Amor del Señor, si oramos, conversamos con Él, le contamos nuestros planes, alegrías y tristezas. Sí nos fortalecemos con el Pan de la Palabra, la Reconciliación, la Eucaristía, alimentos indispensables para la vida del discípulo y misionero de Cristo (4). Si nos comprometemos a trabajar en la extensión de su Reino, llevando su Palabra, para que otros hermanos lo conozcan, en las tareas que nos encomiendan en el MCC, ya sea en el equipo del GOS, de Auxiliares, Ultreya y Escuela, Si asistimos a Cursillo de Cursillos, o a un Encuentro Regional, Asamblea Nacional, o Encuentro Internacional del MCC.
Fr. Salmani (5) nos relata en el libro ¿A quién enviaré?, que la oración no es simplemente una oración personal. No es sólo para mí. Cita a David Knight, quien habla de la “oración del encuentro”, la que él describe como “reflexionar en la Palabra de Dios hasta que lleguemos a decisiones que cambien nuestras vidas… La oración que no afecta nuestra vida, simplemente no es oración, no importa cuan bien se sienta”. Continua diciendo es por ello que la Piedad y el Estudio no pueden estar separados de la Acción. Sin nuestro testimonio apostólico la oración se reduce a un mero ejercicio egoísta. Es como hacer dieta durante la cuaresma, no porque deseamos ayunar, sino porque queremos perder peso. Para Jesús, la oración nunca fue para Él solamente. Siempre fue dirigida a realizar la obra y la voluntad del Padre.
El Señor, lleno de amor, nos conducirá a testimoniarlo en nuestro hogar, trabajo, círculos que frecuentamos, Movimiento. A testimoniarlo, con los que nos quieren- que de hecho es más fácil- y también con los que no –esa es la prueba de fuego; pues a esta altura, ya sabemos que en cada hermano está Cristo. Llenos de confianza, hagamos vida lo que en la Clausura del Cursillo, el sacerdote nos dijo “Cristo cuenta comigo” y le respondimos “Y yo con su Gracia.”
Agradeceremos al Señor el designarnos a trabajar en sus cosas, primero, por el signo de confianza que nos muestra y segundo, por la ayuda que Él nos proporcionará para realizar las tareas encomendadas.
Debe llenarnos de confianza para aceptar los compromisos, el recordar, que Cristo escogió a sus Apóstoles –pecadores como nosotros- no porque eran los hombres más sabios de la época, pero sí, porque tenían un corazón humilde, amoroso y dócil.
Luego el Señor nos conducirá por los caminos de la obediencia, es decir, a aceptar Su voluntad. Así le agradeceremos todas las situaciones agradables o no, que Él permite sucedan en nuestra vida. En este bello momento, en que nos abandonamos a Su voluntad, es cuando la relación de amor o la oración profunda con el Señor, se hace intensa. Y llenos de asombro y gratitud, le agradeceremos que nos haya mirado, que nos haya rescatado, y que día a día nos manifiesta ¡cuánto nos ama! …
Oremos para obtener el corazón puro que “ve” a Dios, con las palabras del Miserere:
“Retira tu faz de mis pecados,
borra todas mis culpas.
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro…
Enseñaré a los rebeldes tus caminos,
Y los pecadores volverán a Ti…
Abre, Señor, mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza” (Sal 51, 11 y ss).
Y así, poco a poco, Cristo que vive en nuestro corazón profundo, lo irá cambiando, hasta que llegue el día que seamos personas amantes de Dios y nuestro actuar este encaminado al bien común. Y algún día diremos como nuestro Patrono Pablo: “Y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20). Así sea.

¡DE COLORES!

REFERENCIAS
1. Padre Jacques. No le digo nada, solo lo amo. Ed. Bellarmin, San Pablo, 2004.

2. Raniero Cantalamessa. La subida del MONTE SINAÍ. Lumen, Argentina, 1995, p. 76

3. Ideas Fundamentales del MCC. Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad. 2a Redacción, 1990. 2a Edición Venezolana de la Edición Típica. Ed. Trípode, 1992, p.66.

4. Aparecida. V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, 1» Ed, Lima, Paulinas. Discurso Inaugural de su Santidad Benedicto XVI. 2007, 4, p.14

5. Fr. Frank S. Salmani. ¿A quién enviaré? Discerniendo la voluntad de Dios. Publicaciones Nacionales Ultreya, Dallas, Centro Nacional de Cursillos, USA, 2001, p. 10.

6. Citas Bíblicas En La Biblia Latinoamericana. 49¬ª Ed. San Pablo, Editorial Verbo Divino, Navarra, España, 1995.